¿Quién no ha metido la pata alguna vez?
Yo creo que todos por lo menos
alguna vez en la vida, lo hemos hecho…
María es experta en estos
menesteres. Desde utilizar su boquita para decir alguna frase fuera de lo
convencional, provocar situaciones un tanto incómodas; y hasta caerse, literalmente hablando, para meter
la pata en cualquier agujero que encuentre en su camino.
Según el diccionario de la R.A.E. “meter
la pata” significa: Hacer o decir algo inoportuno o equivocado,
y me gustaría agregar a esta definición que es una acción realizada de manera involuntaria.
Este último punto es muy
importante, ya que les aseguro, -porque la conozco muy bien- que las meteduras
de pata de María son actos totalmente inconscientes y que forman parte de su inherente
y peculiar personalidad.
Se da cuenta de lo que ha hecho o
dicho, cuando ve las expresiones de la otra o, peor aún, de las otras personas cuando
ha metido la pata. Esto ocurre en segundos, pero el impacto puede durar horas,
días o incluso para toda la vida.
Como en aquella ocasión en una
boda, cuando su amigo de baile se tropezó e hizo que la cabeza de María (y todo
su cuerpo, por supuesto) cayera a los pies del que dos años después sería su
jefe.
La vez que le dijo a una muy
querida amiga que su cabello era grifo, o a su cuñada que traer tantos hijos al
mundo era una irresponsabilidad- ahora lo agradezco porque tengo muchos
sobrinos que amo con toda mi alma-.
O en otro suceso de su vida que
al levantarse de la silla en plena reunión de trabajo, traía el vestido hacia
arriba y todos vieron sus bragas de “Bridget
Jones”.
La vez que delante de sus amigos,
padres y el galán que había cruzado el océano
para conocerla, bebió de más y todos se dieron cuenta de la “buena copa” que
traía.
Las tantas veces que todos se han
quedado callados y sólo su voz -que no pasa desapercibida- se escucha diciendo
cualquier tontería, o las situaciones en las que ha tirado papeles mientras
está con un cliente, o sin querer rompe objetos de cristal en reuniones, o termina
manchando algo.
Además están las seis veces que
se ha caído y metido la pata, en toda la extensión de la palabra, tendiendo como consecuencia el uso de muletas
y un pie enyesado o escayolado.
Está claro que estas meteduras (y
muchas otras más) no son un lapsus, ni algo casual. Son sucesos que hacen
divertida la vida de María, y le dan un toque de espontaneidad a la rigidez del
convencionalismo.
Son historias de vida de alguien
que no es perfecto…Porque nadie, absolutamente nadie lo es.
Eloisa, muy bien dicho, me encanto tu blog prima!!
ResponderEliminargracias prima, me alegra que te guste..un besazo!!
ResponderEliminarjajajajajaja Eloooooo! me encantó! :D Me identifiqué contigo como no sabes!! ¿será que de algún modo todas las mujeres cojeamos del mismo pie? jajaja. Besos!!
ResponderEliminarjaja sí, creo que todas nos identificamos un poco con este tema...un besote amiga...
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