Desde que comenzó a asistir a las bodas de los amigos, a María este importante acontecimiento le ha causado un sentimiento de amor-odio.
Las recepciones le han
representado el lugar idóneo para disfrutar de una pista de baile casi exclusiva
–porque la fiesta es para los novios-, pero también le han originado una gran angustia, pues
encontrar un acompañante no es tarea
fácil. Ahora es diferente, la presión ya
no existe, ya todos están casados.
Aunque en realidad, no pedía
mucho, sólo alguien que supiera bailar –excelentemente bien- y que tuviera la
energía –magnífica condición física- suficiente para danzar con ella toda la
noche.
¿Es algo tan difícil?
María recuerda una de esas bodas, en la que, como siempre, se le complicó la existencia al no conseguir una pareja adecuada.
Así que una de sus amigas, al ver su
desesperación, le organizó un “blind
date”. A María le resulta un tanto desagradable tener citas a ciegas. Esto
porque las que se creen cupido –y amigas por supuesto-, suelen sentirse muy
seguras de sus gustos; sin embargo, cuando ha llegado al encuentro y ha visto
al personaje en cuestión, María ha
terminado muy convencida de que en
realidad son sus enemigas.
Así le sucedió a María en aquella
ocasión, aunque hay que reconocer que también ella tuvo una parte de culpa en
lo que sucedió esa noche.
Esta boda resultaba perfecta. La recepción era en un “antro”. Una discoteca con toda la música variada que María podía imaginar, mucha bebida y sobretodo una pista de baile inmejorable.
El “blind date” resultó ser un
amigo, del amigo de mi amiga. Esto comenzaba a tener muy mala pinta; sin
embargo le dio el beneficio de la duda y decidió aceptar. En realidad no le
quedaba de otra.
Al principio todo marchaba sobre
ruedas. Tenía buen porte, -normal a secas; y el individuo se comportaba muy
decentemente, pues convivía con los demás como si se conocieran de toda la
vida. Esto es lo que hace el alcohol, te convierte amigo de todos.
Cuando comenzó la música, María
ya iniciaba su característico ritual, movía los pies debajo de la mesa y se le
iban los ojos hacia la pista. El amigo del amigo de su amiga ni se inmutaba. No parecía darse cuenta de las señales
lanzadas por María, pues seguía charlando y bebiendo.
Ya desesperada, María comenzó a
cantar y a moverse en su lugar. Si esto no hacía que este chico se percatara de
sus intenciones, tenía que pensar rápidamente en otras estrategias.
No le hizo falta. Al final, lo comprendió.
Se tardó un poco, pero terminó por invitarla
a bailar. María con una mirada de “no lo puedo creer” accede emocionada.
En la pista, María se transformó,
-los que la conocen, saben perfectamente que no miento. Su manera de bailar no pasaba
desapercibida por la gente a su alrededor y después de unos 15 minutos, se
acercó una señora; era la madre del novio. -“Disculpa, qué bien bailas, ¿me
enseñas unos pasos?”-. María asintió muy emocionada, y de pronto, sin saber de
dónde salieron, se vio rodeada de todas
las tías y hermanas de los padres de los novios, que se unieron a la clase de
baile.
Este tipo de situaciones era algo
habitual para María. Es la primera que sale a bailar, y la que organiza las rutinas de baile. Esta ocasión era una
historia más, de las tantas que ha tenido a lo largo de su vida. Aunque hay que
reconocer que cada vez se dan menos. La
energía de los 40 no es la misma.
Su acompañante pasó a segundo
plano y sólo se movía por inercia. No lograba entender qué era lo que sucedía,
por más que intentaba acercase a María, las mujeres y por supuesto ella misma,
lo complicaba. El círculo era para mujeres. Al final se resigno y con señas le explicó a María que regresaba a la mesa a beber algo.
María sonriendo le dijo –“perfecto”-, mientras les preparaba a las señoras unas
coreografías al estilo de “Full Monty, pero con ropa.
Después de 3 canciones y unas
cuantas contracturas de mujeres que ya
no podían agacharse más. María decidió regresar a su mesa y atender a su
acompañante, quien ya había perdido de vista.
Así fue, lo perdió de vista
totalmente. El susodicho había desaparecido, y con él, se fue también el lápiz labial
rojo pasión favorito de María, que como buen caballero aceptó guardar en la
bolsa de su saco.
Preguntó a las parejas que
estaban sentadas en la mesa que les habían asignado, pero nadie sabía dónde se
encontraba. Sólo comentaron que lo vieron dirigirse a la salida del salón caminando en
línea discontinúa.
-¡Vaya desfachatez de este
hombre! ¿Cómo es posible que alguien, sin avisar, se vaya de una fiesta y deje a su acompañante?- . A María le tocan
las excepciones. Todo lo inimaginable, le puede suceder.
Al final, resignada por el hecho
de quedarse sola en la boda, regresó a
la pista de baile y se unió al grupo de señoras
-que ya para esa hora, ya tenían ensayada otra coreografía.
María olvidó el incidente y no
esperaba reclamar el hecho, ni a su amiga y por supuesto ni al desaparecido. Ya
lo había borrado de su móvil y de su memoria.
Sin embargo, la vida da muchas
vueltas y ésta se encarga por sí sola de regresar a los demás lo que se merece.
Aunque sea un poquito.
A la semana siguiente. El hermano
menor de María se encontraba perdido y no localizaba la casa de un amigo al que tenía que llevar un
encargo.
Cuando por fin da con la dirección,
timbra en el primer piso. En ese momento, le abre la puerta el que andaba
desaparecido. Cuando ve quién estaba en
la puerta, da un salto hacia atrás, y siente cómo le entran unas ganas de
orinarse del susto. Con voz chillona, le dice: -“lo siento, no era mi intención
dejar a tu hermana en la boda, estaba muy borracho y no me sentía bien….”-. Y seguía
diciendo frases que el hermano de María no comprendía,- …”no me vayas a pegar,
te lo pido…” – El hermano sin entender que sucedía le dice, “mira brother no sé
que rollo traigas con mi hermana, pero no soy un macho, ni mucho menos un
golpeador, cálmate…yo vengo a saludar a Saúl y a ti ni te conozco”-.
Le sube de nuevo el color al
rostro, y sonriendo le responde: -“Saúl, vive en el piso de arriba.”
jaja! que bonita historia prima, muy interesante! me encanta como escribes!
ResponderEliminarme alegra que te guste!! espero que la insipración siga llegando para contar más historias..un abrazo!!!
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