domingo, 8 de abril de 2012

El placer del buen comer


Dedicado a mi familia y amigos



Uno de los grandes placeres de esta vida es comer…

Al menos para mi lo ha sido desde que nací, y es que en mi casa, desde que tengo uso de razón, todo ha girado en torno a la comida. Los mejores y también los no tan buenos momentos han girado  alrededor de la comida, pero eso sí, del buen comer.

El chile, por ejemplo, lo comencé a disfrutar desde mi niñez. Cuando apenas tenía unos cuantos años de edad, mi padre desesperado, supongo yo, por evitar que su niña se chupara el dedo, decidió pasarme el chile por mi dedo gordo para que ya desistiera de mis intentos de continuar con esta ardua tarea. Sin embargo, lo que no imaginaba es que ese sabor me fuera a gustar. A partir de ese momento, le encontré el  gusto al picante, que todavía hoy en día no puedo evitar disfrutarlo, claro sin usar mi dedo gordo.

Los mariscos y el pescado marcaron el inicio de infancia. El primer restaurante de mis padres estaba a la orilla de la playa, y por supuesto lo que nos daban de comer era lo que teníamos al alcance de la mano. Los ostiones recién sacaditos del mar eran mi debilidad, bueno todavía lo siguen siendo, eso sí con mucho limón y picante y acompañado de una buena cerveza. Ahora en Madrid los acompaño con una buena copa de vino blanco.

Las langostas es otro de mis mariscos favoritos, mi padre me hacía unos platillos deliciosos, a la plancha, a la termidor… ya de mayor, decidí que en cada viaje que realizara, tenía que buscar un lugar donde pudiera comer langosta, y así lo hice en mis primeros viajes ya de adulta.

El ceviche de sierra me recuerda nuestras idas al beisbol, toda la familia reunida comiendo tostaditas y “ruido ruido” con una buena cerveza mientras veíamos ganar a los “venados de Sinaloa”. De los mejores recuerdos de esta etapa de mi vida.

En la adolescencia, en el segundo restaurante de mi padre, me confronté con mis raíces regiomontanas, pues el platillo principal era el cabrito y las buenas carnes. Así que en esta etapa ya le encontré el gusto a las agujas, la arrachera, el sirloin, el machito, la fritada…

Además de todo esto, estaban las comidas caseras de mi madre, que aunque viviéramos en un restaurante, hacía que comiéramos sano y equilibrado. Las ensaladas, las habas, las lentejas, el pollo estilo “río ramos”, el hígado, el caldo de res, todo aquello que necesita un niño para crecer sano.

En mi primer año de universidad fui la encargada de la cocina. Muy mala decisión, mi madre me había escrito un recetario con las mejores recetas de ella para que las preparara, pero un día traté de innovar y decidí hacer un rollo de atún. Todavía es fecha que mi hermano mayor me recuerda el sabor a detergente de la toalla que utilicé para envolverlo.

Al final, optamos por una asistenta que nos  hacía la comida, no estaba todavía preparada para estos menesteres. Poco a poco, mi hermano menor tomó el protagonismo y comenzó a experimentar. Ahora es un excelente chef aficionado por el buen comer que le gusta arriesgarse con sabores. Quedaba claro quien de la familia había adquirido los “genes” de mis padres.

Pasado el tiempo me dejé llevar por la inercia y dejé que la cocina fuera tomada por mis padres. Ellos de regreso en Monterrey y yo deleitándome de lo rico que era la comida preparada por Roberto y Virginia. Realmente era feliz, comida calientita, siempre a régimen y como en restaurante, a elegir lo que se me antojara.

Nuestras reuniones familiares siempre han sido como deben ser, la comida y bebida a tope. Disfrutar siempre de la carne y el marisco y acompañarlos con una cervecita y un buen whiskey. Al final mi hermano mayor se hizo experto de los plátanos flameados y de preparar margaritas. Esto no puede faltar.


En mi edad adulta, la cocina ha sido un descubrimiento, al principio por necesidad, pues vivo a cientos de kilómetros de distancia lejos de mis padres, y tengo que comer. Así que no me quedó de otra. Ahora es por placer. De esos placeres que tienes escondidos, esperando que un día salgan a flor de piel.

En Madrid, me gusta cocinar para mis amigos, que vengan a casa y que disfruten lo que hago, es una manera de traer a mi mente esos momentos con mi familia tan querida,  tan lejos físicamente pero tan cercana a mi por estos recuerdos y por todo el amor que siento por ellos.

Ahora mis amigos son una extensión de esa familia que tengo. Es un placer para mi tenerlos en casa, preparar platillos en los que ya soy experta, y además nuevos con los que innovo en la cocina. Estas veladas me encantan para pasar un rato agradable , reflexionar de la vida y reirnos de ella.

También he vivido la experiencia de  cocinar sólo para mí. Estas últimas semanas he experimentado esa sensación de estar conmigo misma y de disfrutar cada platillo como niña con juguete nuevo. Aunque me queme las pestañas y el pelo, la experiencia ha valido la pena, sólo por el placer de hacerlo y compartirlo conmigo misma y con los demás.

"El descubrimiento de un nuevo plato hace más por la felicidad humana que el descubrimiento de una nueva estrella."





4 comentarios:

  1. Para mi la comida ha jugado un papel super clave en mi vida. Yo he planeado viajes alrrededor de donde ir a comer y que vinos me voy a tomar.
    Ahora con la dieta mas tirando a lo vegetariano, hemos descubierto muchísimos platillos llenos de sabor, como unas crepas de masa de arroz basmati, rellenas de una especia de ensalada de papa, que se srive con una salsa de mango. Felicidades por tu blog!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que la comida es algo que nos une a muchos de nosotros, los viajes son especiales para comer rico y disfrutar de un buen vino. No se sí algún día experimente la onda vegetariana, me encanta la carne, pero esas crepas que describes suenan muy ricas!!! ya te contaré si me animo, sino cuando ande en Monterrey, espero una reunión para degustar algo de tu cocina...un abrazo!!!

      Eliminar
  2. Elo!! DELICIOSAMENTE amena, divertida y con mucho qué compartir! Cojeamos del mismito piecito! Me han preguntado cuando salgo de viaje: ¿Qué te compraste? y siempre contesto lo mismo: "Mejor pregúntame qué comí!!! y qué bebí!!!". Además, cocinar es tan relajante!! Espero cocinar pronto en tu piso!!! :D síiiii y con esas deliciosas margaritas que aparecen en esta página :P
    Bien por tu blog!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigaaa si, cocinar es muy relajante, siempre y cuando no se te quemen las pestañas..jaja pero aun así no me asusté..jeje aqui te espero, traeme clamato para hacer un ceviche muero de ganas de hacer uno..al del otro día le faltó el clamatito...un abrazo y nos vemos prontooo!!!

      Eliminar