Recibí los fabulosos 50 años en plena pandemia y según algunos estudios confirman que a esa edad las mujeres nos sentimos mucho mejor que a los 40, inclusive a los 30.
¿Es en serio?- pregunta seria y reflexiva que me he hecho desde el día de mi cumpleaños.
Alejada del ámbito social debido a la sana distancia y a las recomendaciones para cuidarnos del virus, me quedé en casa y enfoqué mi energía en el trabajo. Los días pasaron muy rápidamente y no fui consciente de lo que representaría eso en mi futuro de mujer que ha cruzado la barrera del número 5.
A los meses, comencé a sentirme mal, el estrés y la nula actividad física me pasó factura. Mis problemas físicos, muy posiblemente ya eran crónicos, pero aislada y con una carga de trabajo excesiva, invariablemente hizo que todo se potencializara.
Continuamente tenía dolores intensos de estómago, vómitos, estaba cansada todo el día, no tenía ánimos de nada en especial y la preocupación de lo que pasaba en el exterior me llevó a tener insomnio recurrente.
Comencé a subir de peso y se me dificultaba respirar. Tenía todo el tiempo calores intensos y aunque quería y sentía que debía ejercitar mi mente, cuerpo y espíritu, era imposible que lograra completar lo que fuera. Lo atribuía a mi falta de condición. Mi energía era muy baja en ese entonces y aparentaba que todo iba bien.
Reconozco que durante ese tiempo fui muchas veces a consultar con diferentes médicos, intentaba diversos tipos de dieta y me realicé exámenes de forma regular.
Y así me la pasé todo ese tiempo, intentando solucionar lo que me pasaba.
Decidí tener un compañero peludito para ver si con ello me animaba en esos días de intenso trabajo y aunque lo adoro con todo el alma, Spot no era la solución.
Tomé terapia, compré tal cantidad de medicinas y vitaminas, busqué remedios para intentar dormir, hice dietas, me inscribí a clases, salía a caminar, pero nada resultaba, estaba agotada y no había manera de que mi mente y mi cuerpo reaccionaran. Lo único que podía hacer era enfocarme en el trabajo.
Casi al final de 2021, tuve una oportunidad laboral y acepté. Igual un cambio me vendría bien y el nuevo reto me tendría motivada para un nuevo comienzo.
De pronto, unos días antes de recibir el 2022, en mi casa, sola con Spot, mientras veíamos una serie de televisión, sentí como la sangre subía a mi cabeza, provocándome un dolor intenso y de pronto, mi brazo izquierdo se comenzó a adormecer.
Fueron segundos que parecieron eternos. En ese momento, no quería pensar, me tomé un ibuprofeno y recé para recibir la mañana viva, me enfoqué en pensar que era un episodio aislado en el que no debía de preocuparme por el momento.
No sabía lo que había pasado, lloré mucho, tenía la presión alta y la pesadez de mi brazo duró varios días, así que decidí antes de ir con el cardiólogo, realizarme un check up completo.
Todavía recuerdo al médico internista diciéndome los resultados de mis estudios.
Señora, tiene que hacer tres citas:
-Busque un endocrino para que le controle su tiroides, ¡benditas hormonas!
-Consulte con un gastroenterólogo, deberá operarse de la vesícula ¡ahora entendía los dolores que se confundían con la gastritis, tenía muchas piedras!
- Y hoy mismo tiene que hacer cita con su cardiólogo. Por lo pronto, olvídese de lo anterior, lo que requiere de su atención inmediata es el resultado de su calcio coronario, ¿cómo?, ¿qué era lo me trataba de decir?
En ese momento, no lo comprendí muy bien, hasta que me realicé un estudio más específico y después del regaño bien merecido del cardiólogo por no cuidar mi corazón, supe que tenía una enfermedad coronaria severa.
Prácticamente tres arterias estaban obstruidas, debido a un elevadísimo calcio coronario.
¿qué significaba esto?, un alto riesgo de tener en cualquier momento un evento cardíaco, infarto o un accidente cerebrovascular. Era una bomba de tiempo tic-tac, tic-tac.
Tuve un primer aviso de una angina de pecho en diciembre, ya podía ponerle nombre a lo que sentí ese día y gracias a Dios por aquella señal.
Me asusté mucho, definitivamente necesitaba la alineación y balanceo de los 50 años. ¿Quién dijo que eran mis nuevos 30 ó 40?
Mis primeras salidas fueron a consultar médicos, todo esto durante la llegada de un virus más contagioso, ¿el resultado? Me dio COVID.
Esa semana aislada, no quise pensar en lo que sucedía en mi cuerpo, ni intenté investigar nada sobre mi enfermedad. Enfoqué mis esfuerzos en recuperarme, la mente es muy poderosa y no quería que me traicionara, tenía que esperar el protocolo de cuarentena. En cuanto terminó, me preparé para ir al hospital.
En realidad, en esos tres meses, he estado cinco veces en el hospital, algunas fueron a urgencias porque mi cuerpo no se acostumbraba a mi nueva condición. Pasé momentos de dolor, de angustia, de soledad. Mi cuerpo y mi mente me estuvieron enviando diferentes señales, solo era cuestión de entenderlas y atenderlas.
El resultado fueron dos cateterismos en menos de una semana y la colocación de cuatro stents que me han cambiado la vida.
Qué increíble es sentir que puedo respirar hondo y profundamente, no había sentido eso desde hace mucho tiempo.
Y a la sexta semana, ya que sentía que todo iba bien con mi nuevo estilo de vida sano y saludable y tenía la energía suficiente para hacer ejercicio de forma continua. De pronto, una noche comenzaron los dolores y los vómitos nuevamente, intenté controlar la situación, quería que pasara un poco más de tiempo, quería descansar del hospital, pero fue imposible, mi cuerpo pedía a gritos que le diera solución. Así que adiós a la vesícula.
Al salir de la anestesia, lo primero que dije, cuando me indicaron que habían sido muchas piedras fue, ¿qué nombre les pondré?
Mi inconsciente recordaba a Apolo y Manuela, mis miomas que fueron extraídos hace tiempo. Pero ahora he decidido no ponerles nombre.
Gestionar mis emociones no ha sido nada fácil, tuve mucho enojo al inicio, si todavía estoy muy joven, me repetía. Después vino el miedo, la incertidumbre, la tristeza. Todo al mismo tiempo y aunque sé que hay mucho por agradecer, sentía un vacío y un dolor inmenso. Poco a poco, las emociones han ido fluyendo, aunque suene a cliché, tener a mis padres reconfortándome día con día, a mi hermosa familia y mis amigos enviándome mensajes de ánimo. Nunca me soltaron de la mano a pesar de la distancia. Estar presentes en este proceso ha sido muy sanador.
Ahora he iniciado una nueva aventura y en esta etapa estoy teniendo una consciencia real de cuáles son mis prioridades.
¿Qué le diría?
Continúa disfrutando cada momento en el aquí y ahora, con ese optimismo que siempre te ha caracterizado. Escúchate más a ti y tu cuerpo, en tu interior están las respuestas a tantas preguntas que te has hecho y te seguirás haciendo. A pesar de la adversidad, nunca dejes de sonreír y de cultivar la verdadera amistad, es el regalo mas valioso que tendrás. Enfócate en lo que realmente vale la pena y toma consciencia de quién eres. No tengas miedo a enamorarte de ti misma y de los demás. Respira, siente, emociónate por cada instante vivido y agradece todos los días. Abre tu corazón y recibe el amor en todas sus expresiones, deja que fluya en diferentes direcciones, eso te ayudará a sanar tu cuerpo y tu mente.
Un día a la vez, ese es mi mantra, cada día me voy sintiendo con una energía diferente y sé que es un proceso que nunca terminará.
Hoy, abrazo la vida con el corazón pleno y recibiendo mis fabulosos 50 con los brazos abiertos.
Gracias a la vida por esta segunda oportunidad y sí, definitivamente ahora, después de esos tres meses, puedo asegurar que mis 50, se van sintiendo como mis 40.
La arteroesclerosis coronaria es una enfermedad silenciosa, que por lo general no presenta síntomas claros previos, muchas de las personas se enteran cuando ya presentan un evento cardiaco como un infarto. Es la causa de muerte número uno en el mundo y en el caso de mujeres se presenta a partir de los 50 con una tasa de mortalidad mucho más elevada. Hay diversos factores de riesgo como la diabetes, el estrés, el sobrepeso, el colesterol, el tabaquismo, pero sobre todo la condición familiar. Por eso la importancia de realizar estudios de forma preventiva.
Mi Elo, eres lo máximo, te admiro aún más. Reflexiono con tu mensaje y quiero vivir más. Con vida todo es posible, hasta volver a nacer. Te quiero��
ResponderEliminarQuerida Eloisa, tremenda historia, eres muy valiente. Gracias por compartir y transmitirnos la importancia de vivir el presente, ser siempre optimistas y rodearnos de gente que nos quiere: familia y verdaderos amigos. Un abrazo fortísimo. Julia Neira y Ricardo.
ResponderEliminar