Monólogo presentado en La Madrilera
Sala de Teatro en el barrio de Malasaña
Madrid, España
5-12 de abril, 2014
Idea y texto original: Eloísa Pérez
Adaptación: Ernesto de Antonio Hernández
Texto
El año pasado llegó un sobre a mi
buzón…estaba apelmazado y dije…mmm por esta densidad y textura promete un
interesante contenido.
No era uno de esos sobres
vulgares de papel reciclado y gris degradado que mandan los bancos, que parece
que se te van a poner las manos negras como si vinieras de la minería de Zacatecas…no, era diferente.
Al abrirlo, el portero de mi
edificio vio cómo pasaba de mi inicial expresión de euforia a una angustia inocultable…Pues
resultó no ser un viaje gratis a conocer Fátima y las apariciones marianas promovido por la parroquia de la
esquina, tampoco la entrega en mano de una cubertería chapada en plata de
primera ley por la asistencia a la presentación de la nueva Vaporeta. Ni
siquiera un decálogo de buenas costumbres con la imperiosa visita al spa
"El chorro encantado" en el décimo lugar...nada de eso, era la
ominosa y comprometedora invitación a una boda...Siii neta!!! a una boda!!!!
Miren, he sobrepasado la barrera
de los 40 (aunque claro, ¡no los parezco! ) y estaba convencida de que ya no me quedaban amigas ni amigos
pendientes de un enlace matrimonial...Es más, me vine a vivir a Europa, crucé el charco, por el
progreso, las nuevas formas sociales y de convivencia…¡no mames goey!...me vine al primer mundo …pensé que aquí el casarse era algo súper pasadísimo de moda…estaba segura de que no tendría que asistir
de nuevo a ninguna boda el resto de mi vida.
La realidad, para mi
desesperanza, pues resulta ser otra bien distinta...aquí y en la Conchinchina
la gente se casa, aunque por estos lares lo hagan ya bien maduritos, hasta el
punto de llegar a pensar si no buscan asistencia geriátrica más que un amor
desaforado, que de lo de en la enfermedad y en la salud solo parezca que se va
a compartir lo primero...
Así que, aunque me hubiera encantado, no
me iba a resultar muy sencillo librarme de este gran acontecimiento social.
Llegados a este punto, algún malpensado imaginará que me desagradan las bodas
porque sigo sola, desorientada, envidiando las felices vidas de pareja de mis
amigas, sin tener a nadie al lado para compartir buenos momentos, delicados
instantes de amor, magníficas experiencias en compañía, largas noches de
pasión con sexo desenfrenado...EN ABSOLUTO, no se lleven el engaño¡¡¡
La historia es otra...
Lo que pasa es que tengo una
especie de mal fario con las bodas...Por alguna extraña razón, posiblemente sea
el conjuro de alguna pseudoamiga envidiosa, porque en cada boda le ganaba todos los ramos de novia, ya saben esa tradición
de lanzarlos hacia atrás al grupo de recalcitrantes solteras...bueno, solo me quedaba con unos pinches pétalos desgarrados en la mano; lo que fuera...pero siempre ha
sucedido algo que ha impedido un final feliz para mi…
Bien es cierto que el final
feliz, el comer perdices que se dice, corresponde a los novios y no a una
simple invitada como yo…pero...¿sería mucho pedir que también me tocara uno
aunque fuera por una noche?...el coste neto de la asistencia al acto bien lo
merecería...¿no lo creen? Madre mia! que sale por un ojo de la cara entre
traje, viaje, regalo, peluquería...
En aquel momento, recordé como en
un flashback, aquella angustia de buscar un acompañante para las bodas a las
que tuve que asistir...en México eres poco menos que un paria social si no
acudes acompañada de un hombre a las bodas, como si fuera un chicle pegado a ti.
Por mi mente desfilaron algunos
de esos chicos que invité, varios que eran más tiesos que la mojama, y no daban
ni un paso para adelante ni para atrás en el baile..claro porque su vista se fijaba en el escote de la de a lado, intenté con algunos darles más alcohol, a ver si se aflojaban un poco
y tenían más ritmo, pero nunca resultó esta táctica, más bien al contrario,
alguno se desplomó encima de mí a los primeros acordes de El Danubio Azul, con
el consiguiente bochorno personal y descojone general-...
Hubo otro que parecía el mudo de
los hermanos Marx, con la notoria diferencia de que este no sonreía ni tocaba
el arpa ni siquiera otras cosas más prosaicas), con lo que opté por mandarlo a la chingada!! ...a ver si estando sola la noche presentaba mejores
expectativas...
En la Universidad tuve que
invitar al amigo del amigo de mi mejor amiga que por supuesto no conocía, pero
eso es lo que hace la necesidad!!! Fue como una cita a ciegas, la cosa tenía su
morbo. Pero a mitad de la boda decidió irse sin despedirse, dejándome como un
náufrago sin salvavidas en medio de la pista de baile. Todavía recuerdo que se
llevó mi pintalabios rojo pasión preferido, el muy cabrón!! ..y no precisamente en los morros...
Bueno y aquel compañero de mi
primer trabajo, que me invitó a una boda –creo que este chico, al igual que yo
se encontraba en un momento desesperado y por eso me pidió que fuera su pareja,
porque la afinidad entre ambos era la que podría encontrarse entre Bin Laden y
George Bush. Todavía no encuentro explicación a lo que sucedió aquella noche.-
Antes de ir a misa, se detuvo en
la farmacia y me pidió que comprara unos preservativos, -es que me da vergüenza
bajar con este traje, y no pienses mal, María, son para la broma que le haremos
al novio esta noche.-
Estaba indignada por la propuesta. Yo soy una niña bien, una fresita de Monterrey, y nunca iría a comprar unos condones!! Eso imposible. Por lo que no le hice caso... Pero
lo que sí hice a mitad del postre y ante una mesa repleta fue soltar la
historia. Todos se giraron a observarlo y le comenzaron a mentar la madre hasta que la
canción de Luis Miguel terminó para dar inicio al vals de los novios.
Al final, él se vengó yéndose a
bailar con una pelirroja despampanante, que obvio decir no era yo.. Después de
tal ofensa, le rogué que me llevara a mi casa. Nunca más volví a hablar con él.
Ay madre mía…y también me acordé
de aquel buen amigo, al que invité amablemente para que me acompañara a la boda
de la penúltima amiga soltera de mi grupo de universidad, todavía sigue siendo
la penúltima, ya que mi boda será la última. Bueno eso es lo que espero que
pase algún día, aunque como aseguré antes…no estoy en absoluto desesperada
porque suceda.
Le dije –por favor, no te
asustes, pero todas te va a preguntar si hay algo entre nosotros, inclusive los
maridos, así que tu calladito te verás más bonito.-
Pero eso no fue así, a la segunda pregunta...lo agarraron como al tigre de Santa Julia y tuvo que soltar prenda...y solo pudo decir, en tono desesperado...
-María me ha contratado, soy
acompañante de bodas, tengo un anuncio en el periódico-
Bueno, bueno, me saltaban
chispas, y si mis ojos mataran, lo hubieran fulminado en ese momento. Después
de un incómodo silencio, una de mis amiga se limitó a decir (en tono de fresa) –en serio, tipo que es una súper buena idea gooeyyy..pásame tu teléfono, que
tengo varias amigas, tipo que podrían interesarse en tus servicios.-
En fin…con este historial pueden
imaginarse lo que padecí cuando recibí aquella invitación de boda de mi amiga
española…
Uff...¿pensé…qué sucedería en
esta boda?, ¿sería diferente para mí?
Sabía que, por lo menos, no
existía la presión social por no llevar pareja, lo que ya era un adelanto de
que podría que esa noche podría ser distinta. Como todos ustedes saben, en España no es indispensable
llevar un acompañante. Es más, por economía ya no conviene..
Así que respiré profundo y decidí
asistir…quizás el hecho de que a este pueblo llegaron los marineros en la “La
Pinta” para anunciar el descubrimiento de América podría ser la señal que tanto
había esperado para que el maleficio fuera roto milagrosamente.
Y así fue, aun cuando los novios
me buscaban afanosamente un amigo soltero, yo desistí….
Quería romper el hechizo, nada de
hombres…así que disfruté del fin de semana sin presiones, incluidas las
corporales, que hay que ver cómo se pegan algunos acompañantes, claro, observan
un reposadero mullido y allí que se me colocan simulando ternura...
Hasta se multiplicaron las bodas
como los panes y los peces en Canán,. Un día antes, mis amigos y yo entramos de
colados a una boda, digo para ir ambientándonos…estuvo divertídisimo …y ya el
segundo día asistimos a la verdadera boda. Fue un gran casamiento... y encima
fui la única beneficiaria del ramo de flores nupcial ¡¡¡¡
Todo felicidad y sin víctimas
propiciatorias ni daños colaterales, que siempre suelen converger en mi
inocente persona...
Fue un gran acontecimiento…y creo
que el hechizo se rompió cuando regresé a Madrid…otra vez la rutina del trabajo
cotidiano, aguantar a los jefes, clientes...y de la insulsa vida en soledad..pero es lo que hay...
Dicen que una boda llama a otra boda. Así que… ¿de quién será la
próxima? Espero que sea la mía, ...mmm (tono preocupado) aunque viendo cómo mis amigas se están divorciando en masa... son capaces de
adelantárseme de nuevo, las muy cabronas!!!!!
FIN
Hola, ¿cómo estás? Muy interesante, guerrera.
ResponderEliminarSaludos desde el Norte, donde la guerra es aún más fría....
hola Anónimo!! veo que has localizado a la guerrera!! y aunque en el Norte la guerra es fría, en mi visita a aquellos rumbos, tuve un cálido recibimiento! soy una chica de suerte! :)
ResponderEliminar