martes, 8 de abril de 2014

Érase una boda (versión española-mexicana)

Monólogo presentado en La Madrilera 
Sala de Teatro en el barrio de Malasaña
Madrid, España

5-12 de abril, 2014

Idea y texto original: Eloísa Pérez
Adaptación: Ernesto de Antonio Hernández





Texto


El año pasado llegó un sobre a mi buzón…estaba apelmazado y dije…mmm por esta densidad y textura promete un interesante contenido.

No era uno de esos sobres vulgares de papel reciclado y gris degradado que mandan los bancos, que parece que se te van a poner las manos negras como si vinieras de la minería de Zacatecas…no, era diferente.

Al abrirlo, el portero de mi edificio vio cómo pasaba de mi inicial expresión de euforia a una angustia inocultable…Pues resultó no ser un viaje gratis a conocer Fátima y las apariciones marianas promovido por la parroquia de la esquina, tampoco la entrega en mano de una cubertería chapada en plata de primera ley por la asistencia a la presentación de la nueva Vaporeta. Ni siquiera un decálogo de buenas costumbres con la imperiosa visita al spa "El chorro encantado" en el décimo lugar...nada de eso, era la ominosa y comprometedora invitación a una boda...Siii neta!!! a una boda!!!!

Miren, he sobrepasado la barrera de los 40  (aunque claro, ¡no los parezco! ) y estaba convencida de que ya no me quedaban amigas ni amigos pendientes de un enlace matrimonial...Es más, me vine a vivir a Europa, crucé el charco,  por el progreso, las nuevas formas sociales y de convivencia…¡no mames goey!...me vine al primer mundo …pensé que aquí el casarse era algo súper pasadísimo de moda…estaba segura de que no tendría que asistir de nuevo a ninguna boda el resto de mi vida.

La realidad, para mi desesperanza, pues resulta ser otra bien distinta...aquí y en la Conchinchina la gente se casa, aunque por estos lares lo hagan ya bien maduritos, hasta el punto de llegar a pensar si no buscan asistencia geriátrica más que un amor desaforado, que de lo de en la enfermedad y en la salud solo parezca que se va a compartir lo primero...

Así que, aunque me hubiera encantado, no me iba a resultar muy sencillo librarme de este gran acontecimiento social. Llegados a este punto, algún malpensado imaginará que me desagradan las bodas porque sigo sola, desorientada, envidiando las felices vidas de pareja de mis amigas, sin tener a nadie al lado para compartir buenos momentos, delicados instantes de amor, magníficas experiencias en compañía, largas noches de pasión con sexo desenfrenado...EN ABSOLUTO, no se lleven el engaño¡¡¡

La historia es otra...

Lo que pasa es que tengo una especie de mal fario con las bodas...Por alguna extraña razón, posiblemente sea el conjuro de alguna pseudoamiga envidiosa, porque en cada boda le ganaba todos los ramos de novia, ya saben esa tradición de lanzarlos hacia atrás al grupo de recalcitrantes solteras...bueno, solo me quedaba con unos pinches pétalos desgarrados en la mano; lo que fuera...pero siempre ha sucedido algo que ha impedido un final feliz para mi…

Bien es cierto que el final feliz, el comer perdices que se dice, corresponde a los novios y no a una simple invitada como yo…pero...¿sería mucho pedir que también me tocara uno aunque fuera por una noche?...el coste neto de la asistencia al acto bien lo merecería...¿no lo creen? Madre mia! que sale por un ojo de la cara entre traje, viaje, regalo, peluquería...

En aquel momento, recordé como en un flashback, aquella angustia de buscar un acompañante para las bodas a las que tuve que asistir...en México eres poco menos que un paria social si no acudes acompañada de un hombre a las bodas, como si fuera un chicle pegado a ti.

Por mi mente desfilaron algunos de esos chicos que invité, varios que eran más tiesos que la mojama, y no daban ni un paso para adelante ni para atrás en el baile..claro porque su vista se fijaba en el escote de la de a lado, intenté con algunos darles más alcohol, a ver si se aflojaban un poco y tenían más ritmo, pero nunca resultó esta táctica, más bien al contrario, alguno se desplomó encima de mí a los primeros acordes de El Danubio Azul, con el consiguiente bochorno personal y descojone general-...

Hubo otro que parecía el mudo de los hermanos Marx, con la notoria diferencia de que este no sonreía ni tocaba el arpa ni siquiera otras cosas más prosaicas), con lo que opté por mandarlo a la chingada!! ...a ver si estando sola la noche presentaba mejores expectativas...

En la Universidad tuve que invitar al amigo del amigo de mi mejor amiga que por supuesto no conocía, pero eso es lo que hace la necesidad!!! Fue como una cita a ciegas, la cosa tenía su morbo. Pero a mitad de la boda decidió irse sin despedirse, dejándome como un náufrago sin salvavidas en medio de la pista de baile. Todavía recuerdo que se llevó mi pintalabios rojo pasión preferido, el muy cabrón!! ..y no precisamente en los morros...

Bueno y aquel compañero de mi primer trabajo, que me invitó a una boda –creo que este chico, al igual que yo se encontraba en un momento desesperado y por eso me pidió que fuera su pareja, porque la afinidad entre ambos era la que podría encontrarse entre Bin Laden y George Bush. Todavía no encuentro explicación a lo que sucedió aquella noche.-

Antes de ir a misa, se detuvo en la farmacia y me pidió que comprara unos preservativos, -es que me da vergüenza bajar con este traje, y no pienses mal, María, son para la broma que le haremos al novio esta noche.-

Estaba indignada por la propuesta. Yo soy una niña bien, una fresita de Monterrey, y nunca iría a comprar unos condones!! Eso imposible. Por lo que no le hice caso... Pero lo que sí hice a mitad del postre y ante una mesa repleta fue soltar la historia. Todos se giraron a observarlo y le comenzaron a mentar la madre hasta que la canción de Luis Miguel terminó para dar inicio al vals de los novios.

Al final, él se vengó yéndose a bailar con una pelirroja despampanante, que obvio decir no era yo.. Después de tal ofensa, le rogué que me llevara a mi casa. Nunca más volví a hablar con él. 

Ay madre mía…y también me acordé de aquel buen amigo, al que invité amablemente para que me acompañara a la boda de la penúltima amiga soltera de mi grupo de universidad, todavía sigue siendo la penúltima, ya que mi boda será la última. Bueno eso es lo que espero que pase algún día, aunque como aseguré antes…no estoy en absoluto desesperada porque suceda.

Le dije –por favor, no te asustes, pero todas te va a preguntar si hay algo entre nosotros, inclusive los maridos, así que tu calladito te verás más bonito.-

Pero eso no fue así, a la segunda pregunta...lo agarraron como al tigre de Santa Julia y tuvo que soltar prenda...y solo pudo decir, en tono desesperado...

-María me ha contratado, soy acompañante de bodas, tengo un anuncio en el periódico-

Bueno, bueno, me saltaban chispas, y si mis ojos mataran, lo hubieran fulminado en ese momento. Después de un incómodo silencio, una de mis amiga se limitó a decir (en tono de fresa) –en serio, tipo que es una súper buena idea gooeyyy..pásame tu teléfono, que tengo varias amigas, tipo que podrían interesarse en tus servicios.-

En fin…con este historial pueden imaginarse lo que padecí cuando recibí aquella invitación de boda de mi amiga española…

Uff...¿pensé…qué sucedería en esta boda?, ¿sería diferente para mí?

Sabía que, por lo menos, no existía la presión social por no llevar pareja, lo que ya era un adelanto de que podría que esa noche podría ser distinta.  Como todos ustedes saben, en España no es indispensable llevar un acompañante. Es más, por economía ya no conviene..

Así que respiré profundo y decidí asistir…quizás el hecho de que a este pueblo llegaron los marineros en la “La Pinta” para anunciar el descubrimiento de América podría ser la señal que tanto había esperado para que el maleficio fuera roto milagrosamente.

Y así fue, aun cuando los novios me buscaban afanosamente un amigo soltero, yo desistí….

Quería romper el hechizo, nada de hombres…así que disfruté del fin de semana sin presiones, incluidas las corporales, que hay que ver cómo se pegan algunos acompañantes, claro, observan un reposadero mullido y allí que se me colocan simulando ternura...


Hasta se multiplicaron las bodas como los panes y los peces en Canán,. Un día antes, mis amigos y yo entramos de colados a una boda, digo para ir ambientándonos…estuvo divertídisimo …y ya el segundo día asistimos a la verdadera boda. Fue un gran casamiento... y encima fui la única beneficiaria del ramo de flores nupcial ¡¡¡¡

Todo felicidad y sin víctimas propiciatorias ni daños colaterales, que siempre suelen converger en mi inocente persona...

Fue un gran acontecimiento…y creo que el hechizo se rompió cuando regresé a Madrid…otra vez la rutina del trabajo cotidiano, aguantar a los jefes, clientes...y de la insulsa vida en soledad..pero es lo que hay...

Dicen que una boda llama a otra boda. Así que… ¿de quién será la próxima? Espero que sea la mía, ...mmm (tono preocupado) aunque viendo cómo mis amigas se están divorciando en masa... son capaces de adelantárseme de nuevo, las muy cabronas!!!!!

FIN



2 comentarios:

  1. Hola, ¿cómo estás? Muy interesante, guerrera.
    Saludos desde el Norte, donde la guerra es aún más fría....

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  2. hola Anónimo!! veo que has localizado a la guerrera!! y aunque en el Norte la guerra es fría, en mi visita a aquellos rumbos, tuve un cálido recibimiento! soy una chica de suerte! :)

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